31. En 1 Corintios 9:9, Pablo cita “la ley de Moisés” donde “está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla”. ¿Implica su argumento que la ley de Moisés aún esté en vigor y que, por consiguiente, los cristianos deberíamos apartar el diezmo para sostener a los evangelistas u obispos?
Negativo. Citar aquella antigua ley de Moisés no quiere decir que ella aún esté vigente. Lo único que significa es que la porción citada respalda la enseñanza traída, sin contradecir doctrina alguna del Nuevo Testamento. El mandamiento “No pondrás bozal al buey que trilla” (Deuteronomio 25:4) nada tuvo que ver con los diezmos apartados por Israel para su propio consumo o el sostenimiento del sacerdocio levítico. ¡Los bueyes no se comían los diezmos! Ni tampoco viven de diezmos los obreros legítimos y fieles de la iglesia fiel al Señor, la que costea sus obras conforme a las directrices y los ejemplos revelados por el Espíritu de Dios en el Nuevo Testamento. La abolición de “la ley de Moisés” y el cambio del sacerdocio son doctrinas rudimentarias del Nuevo Testamento, a las que se dedica una porción notable de los escritos que componen la nueva “ley de Cristo”. Citas en el Nuevo Testamento de algunos principios o normas del Antiguo Testamento concordantes con algunos del Nuevo no contradicen referidas doctrinas, expuestas, de hecho, con inconfundible claridad y vigor.
32. En 1 Corintios 9:13, el apóstol Pablo escribe: “¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan?”. ¿Abarcan estas palabras a los diezmos?
Es posible que sí, aunque más probable que se limiten a lo sacrificado sobre el altar de holocaustos ya que Pablo especifica servir al altar y participar del altar. Se trata de los sacerdotes levíticos que trabajaban en "las cosas sagradas" del templo en Jerusalén. Este templo aún existía en Jerusalén cuando Pablo escribió su carta a los corintios, “cerca del año 55” (“iLumina”. www.caribebetania.com), y los levitas seguían oficiando en él. Aquellos levitas que no aceptaron a Cristo como el Mesías vivían en parte de los diezmos, como también de holocaustos, ofrendas mecidas, primicias, presentes, etcétera. Su ejemplo es uno de entre varios traídos por Pablo para probar que evangelistas y obispos fieles de la iglesia también tienen derecho de recibir sostenimiento. Otros son: “¡Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto?” (1 Corintios 9:7). Referirse al ejemplo de los levitas no significa, ni por implicación, que la iglesia esté obligada a diezmar, a manera de los judíos, para sostener a los obreros espirituales del Reino de Dios.
33. Si los diezmos fueron abolidos cuando fue clavado el Antiguo Testamento en la cruz, ¿cómo se sostienen bíblicamente los ministros del Nuevo Pacto?
Respuesta. Mediante las ofrendas voluntarias apartadas cada domingo por los cristianos. La regla del Nuevo Testamento es: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga algo, según haya prosperado” (1 Corintios 16:2). “Cada primer día…”, es decir, todos los domingos. Los sábados no, ni los demás días, sino los domingos. “…cada uno...”, o sea, todos y cada uno, y no unos pocos. “…ponga aparte algo, según haya prosperado…” El diezmo no, sino “algo”. ¿Cuánto? “…según haya prosperado…” Las pautas expuestas en 2 Corintios 8:1-12; 9:7-8 concuerdan con esta enseñanza. Fondos recaudados de esta manera pueden ser utilizados para socorrer a los necesitados (Romanos 15:26) o suplir las necesidades de los ministros del Reino (Filipenses 4:10-20).
Además, los cristianos debían brindar hospedaje a los ministros de la Palabra, cooperando con ellos y encaminándolos para que continuaran sus viajes evangelísticos (3 Juan 5-8; Hechos 6:14-15; 18:1-3,7). Asimismo ha de proceder la iglesia hoy día. Interesante e instructivamente, cuando Cristo, durante su ministerio terrenal, envió a los doce apóstoles, y luego a los setenta discípulos, no los instruyó a cobrar diezmos sino a quedarse en los hogares de los justos y a comer lo que les pusieran delante (Mateo 10:5-15; Lucas 10:1-12). Se discierne una similitud entre este proceder y paradigmas divinos fijados luego para la obra evangelística de la iglesia.
34. ¿De qué consistían las ofrendas dadas cada domingo por los miembros de la iglesia primitiva?
Los relatos y detalles circunstanciales divulgados en el Nuevo Testamento indican que consistían principalmente de dinero. La iglesia no contaba con un alfolí (granero) central, a manera del templo en Jerusalén. Tampoco es concebible que el apóstol Pablo y los pocos obreros que andaban con él en la misión de llevar las ofrendas de Macedonia y Acaya a Judea cargaran muchos víveres, ganado, etcétera. Obviamente, las ofrendas que llevaban eran de dinero (2 Corintios, los Capítulos 8 y 9). Asimismo, las dádivas enviadas por los filipenses a Pablo por un solo hombre, a saber, Epafrodito, eran, sin duda, de dinero (Filipenses 2:25-30; 4:10-20). En cambio, los diezmos dados por Israel eran de granos, frutas, ganado, etcétera.
35. ¿Qué significa “salario” en el contexto de 2 Corintios 11:8?
En el contexto de obras espirituales, significa una ayuda económica para cubrir los gastos materiales ordinarios –alimento, vestimenta, techo, viajes- de una persona al servicio de Dios, y no un “pago o remuneración” por su trabajo en el Reino.
36. ¿Puede la iglesia dar al predicador u obispo casado suficiente sostenimiento material para los gastos de mantener su familia?
Puede y debe, si es necesario para el bienestar de la familia (1 Corintios 9:5-6).
37. ¿Quiénes administran las ofrendas aportadas “cada primer día de la semana” por cristianos que obedecen las leyes del Nuevo Testamento?
Lógicamente, los ancianos o administradores de cada congregación. En la iglesia primitiva no había concilios que se adueñaran de las ofrendas o que exigieran “el diezmo de los diezmos”.
En la actualidad, ocurren atropellos y escándalos al granel en miles de iglesias a causa de "diezmos" exigidos, recibidos y administrados por un solo oficial, bien sea "el pastor", “la pastora”, “el evangelista”, “el ministro”, “el obispo”, o cualquiera sea su título. ¿Cuál congregación de los tiempos apostólicos fue gobernada por un solo "pastor"? Se conoce a una sola, a saber, la que Diótrefes enseñoreaba. Lejos de encomiar el apóstol Juan a Diótrefes, lo denunció severamente diciendo: "Le gusta tener el primer lugar entre ellos... recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia" (3 Juan 9-10), rasgos estos de verdadero dictador religioso. ¿No demuestra el mismito espíritu dictatorial gran número de los "pastores" que imponen diezmos? “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”, amonesta el apóstol Pedro (1 Pedro 5:1-4), consejos pisoteados impunemente por muchísimos “pastores” de actualidad, particularmente por los auto nombrados, y especialmente por los “independientes” quienes suelen gobernar, cada uno, su congregación, sin dar cuenta a nadie.
38. En lo concerniente a la generosidad, ¿debemos los cristianos superar aun a los israelitas?
Se deduce que si, pues nuestra obra en el Reino de Dios es más abarcadora y más urgente que la de aquellos israelitas. Con “la voluntad dispuesta”, debemos ofrendar, no según lo que no tengamos sino según lo que tenemos, dando generosamente, “no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 8:12; 9:6-7). Estas mismas reglas son las del Nuevo Testamento para el sostenimiento de todas las obras espirituales de la iglesia. El cristiano que puede dar más de la décima parte de sus ingresos está en la perfecta libertad de hacerlo. Aun en el deber de hacerlo. Pero si las condiciones económicas de cualquier miembro de la iglesia no son favorables, dificultando o haciendo imposible una ofrenda generosa, no por ello será rechazado tal hermano, criticado, difamado, menospreciado, puesto en disciplina. No se le prohibirá el privilegio de participar de la “cena del Señor” todos los domingos por el hecho de no poder ofrendar ni siquiera un poquito. Mucho menos será castigado por no diezmar. No tiene que diezmar. Reiteramos: ningún cristiano tiene que diezmar obligatoriamente. Todo cristiano fiel al Señor se somete al Nuevo Testamento, y no al Viejo. El Nuevo trae nuevas directrices sobre cómo ofrendar de manera tal que Dios se complazca.
39. ¿Puede el cristiano robar a Dios?
Desde luego que sí. ¿Lo hace si no diezma? Negativo. Recalcamos: el cristiano no está obligado a diezmar, caducando en la cruz los mandamientos de la Antigua Ley sobre diezmos. Ahora bien, sin duda, desagrada a Dios aquel cristiano que no ofrende de acuerdo a las directrices nuevas asentadas en el Nuevo Testamento, y en este contexto de la nueva “ley de Cristo” (1 Corintios 9:23), el cristiano negligente, desobediente o mezquino, que pudiendo hacerlo no aporta generosamente, se hace culpable, efectivamente, de “robar a Dios”.
40. Si los diezmos han sido abolidos y debemos los cristianos aportar para la obra del Señor conforme al Nuevo Testamento, ¿por qué tantos pastores, ministros, “profetas”, “apóstoles” y evangelistas enseñan e insisten que el pueblo de Dios del presente debe diezmar?
A continuación, algunas razones que discernimos.
a) Desconocen las verdades bíblicas sobre “diezmos” que salen a relucir en este estudio.
b) No saben distinguir entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
c) No han aprendido que el Antiguo Testamento fue clavado en la cruz.
d) No les importa lo que enseña la Biblia.
e) Creen haber recibido “revelaciones divinas” que los autoricen a imponer el diezmo.
Quienes alegan haber recibido “revelaciones o sueños” según los que los cristianos debieran diezmar, definitivamente, son guiados por “un poder engañoso” (2 Tesalonicenses 2:11-12), y no por el verdadero Espíritu Santo, pues el verdadero Espíritu de Dios no contradice nunca las reglas ya establecidas por él mismo en el Nuevo Testamento. Todo “ministro competente del Nuevo Pacto” (2 Corintios 3:6) sabe que la iglesia ha de regirse por el Nuevo Testamento, y no por el Antiguo. Ningún ministro honesto se vale de “revelaciones o sueños engañosos” para estafar al pueblo de Dios o atarle “cargas pesadas y difíciles de llevar”, cargas de invención humana.
f) Se someten a las ordenanzas de “concilios religiosos” en lugar de obedecer los mandatos de Cristo y los apóstoles en el Nuevo Testamento.
g) “Sirven… a sus propios vientres” (Romanos 16:18).
h) Son codiciosos de “ganancias deshonestas” (1 Timoteo 3:3).
i) “Toman la piedad como fuente de ganancia” (1 Timoteo 6:5).
j) “Por avaricia” hacen “mercadería de vosotros con palabras fingidas” (2 Pedro 2:1-3).
41. ¿Es aprobada la práctica de vender en las iglesias pasteles, budines, jugos, refrescos (gaseosos), frituras o revistas ungidas?
Definitivamente que no. Cristo condenó enérgicamente la mercadería practicada en el templo en Jerusalén (Juan 2:13-22). ¿Cómo pensar cualquier cristiano que él aprobara semejante mercadería en su iglesia? De hecho, la condena rotundamente (2 Pedro 2:1-3; Romanos 16:18; 1 Timoteo 6:3-5).